domingo, 25 de noviembre de 2012

La partida

Junio 2011

Desde hacía varios meses que estaba pensando en postular a un intercambio por la universidad hacia un país cualquiera, lo importante era salir a conocer el mundo. Pero por supuesto, las cosas no estaban saliendo como deberían, y adonde yo quería ir (Inglaterra) mi carrera no tenía el "convenio". Decidí elegir Italia porque un compañero estaba allá y sería más fácil que me aceptaran. Pero otra vez la burocracia internacional no me lo permitió. Al final terminé viajando al país que menos me gustaba: España. 

Los meses de preparación mental no fueron fáciles (y tampoco el papeleo ni mis papás separados), por un lado quería dejar todo a un lado y salir a la vida, pero por otro lado recién había empezado a vivir con mi pololo y estar separados en distintos continentes no hacía mejor la situación. Además estaba el paro estudiantil que se suponía sería un descanso, pero tuve que terminar y entregar todos mis trabajos para cerrar el semestre antes de irme. No pude disfrutar el poco tiempo que me quedaba.

Llegó septiembre y la fecha de mi partida. Estando en el aeropuerto con todos los que quería, me dio un ataque de pánico y no me quería ir. Pero al final decidí volar y callar a todos los que no creyeron en mí (aunque eso suene cursi).



Las 14 horas de vuelo hacia Valencia no me hicieron sentir mejor, y hasta me desmayé en el avión. Mi compañera de asiento me calmó, diciéndome que ella se iba por 2 años y yo por sólo 6 meses. Un pequeño alivio.


Llegar a un país extraño y sin conocer a nadie hace que todo parezca más grande y complicado de lo real. Pero tuve que acostumbrarme y en esas semanas que pasé sola en un hotel tuve que salir adelante, no podía volver a mi casa así como así. No había atravesado un océano para sentirme mal. Y como dijo Ian Malcolm de Jurassic Park: "la vida se abre camino".

Así que tomé todas mis fuerzas y salí a conocer la ciudad, a matricularme en la universidad y a seguir avanzando, pero ya no estaba sola: una compañera de carrera, Dani, también estaba en la ciudad y en la misma situación que yo, y nos volvimos "inseparables", tanto que cuando llegó fin de mes nos cambiamos a vivir juntas (aunque tuvimos que compartir el departamento con otros dos estudiantes que parecían simpáticos, sólo al principio). Pero después ya no éramos solo las dos, otra diseñadora en proceso, Agostina, se unía a nuestro grupo, y nos convertimos en las 3 chilenas viajeras en Valencia.


De derecha a izquierda: Agos, Dani y yo.

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